Contrastes

El ciclismo es una putada. Lo es para Warren Barguil, que tras pasar más kilómetros en fuga que nadie este fin de semana celebró una victoria que se fue a la basura segundos después. También para Richie Porte, camino al hospital por culpa de un recto con su bicicleta que ha acabado con unas opciones de amarillo que este año sí que parecían reales. También para Dan Martin, que soñaba con un pódium y se dejó más de un minuto por tropezar con Porte. Por supuesto para Quintana, que ve cada vez más lejos y más frescos a todos sus rivales que descansaron mientras él batallaba en Italia. Y por último para Alberto Contador, al que la realidad golpea con más fuerza cada día.

El ciclismo es una pasada. Lo es para Rigoberto Urán, el colombiano más feliz en su primavera tardía, la que le hace soñar con su mejor grande cuando nadie lo esperaba. También para Chris Froome, de amarillo radiante tras vivir otro momento de tierra trágame por culpa de una avería. Esta vez no tuvo que correr sobre el asfalto, pero el agobio no se lo quita a nadie. Por supuesto para Fabio Aru, que se llevó la bronca y se vio fuera en los últimos metros de la subida decisiva. Y para Romain Bardet, el hombre más valiente de todos y que velará armas manteniendo invictas todas sus opciones.

El ciclismo es una maravilla. Sobre todo, para aquellos que lo vivimos y que soñamos en un domingo tan grande como el que nos acaban de regalar los ciclistas en el Tour de Francia.

 

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