Superó el arco del último kilómetro y miró hacia atrás. Después pidió referencias al coche y se permitió levantar el puño para la cámara mientras mostraba su mejor sonrisa. En casa, los aficionados al ciclismo sonrieron. En meta, la gente enloqueció. En la sala de prensa la frase más repetida era: ¡qué merecido!. Y las sonrisas no solo se dejaron ver en el coche del Lotto-Soudal. Ganó Thomas De Gendt, ganó un currante de la bicicleta y este mediodía en Dauphiné – aunque sea una frase que nunca se ha dicho – ganó el ciclismo.
Pocos corredores son como Thomas De Gendt. Un hombre que lleva el ataque grabado a fuego en su mentalidad. Uno de esos ciclistas a los que no le gusta la compañía del pelotón y prefiere las aventuras en solitario. Un corredor querido por sus compañeros y rivales porque respeta como nadie a este maravilloso deporte. No gana todos los días – aunque tiene un gran palmarés – y cuando lo hace suele ser a lo grande

El año pasado dejó su sello en el Tour de Francia y en la Volta a Catalunya. Llevaba dos años sin ganar y fue muy emocionante ver como rompía la sequía. Hoy, con menos presión pero las mismas ganas, se lanzó desde los primeros kilómetros a buscar la fuga del día en las inmediaciones de Saint-Étienne. Era una jornada para aventureros, en un recorrido cargado de puertos y toboganes que eliminaba a los sprinters y tampoco entusiasmaba a los favoritos que entraron de la mano. Ellos ya tendrán días de sobra para lucirse. Hoy era el día del corredor belga. Un De Gendt que no se escondió nunca en la escapada del día, dando relevos como nadie y buscando los puntos de la montaña. Un maillot que no podrá lucir porque el amarillo siempre es una opción más glamourosa.
Empezó la Dauphiné y lo hizo con el Día Mundial del Trabajador de la Bicicleta. Ese que sirvió para homenajear a Thomas De Gendt, un tipo espectacular que sigue engordando un palmarés donde destaca el pódium del Giro 2012. Ese que consiguió atacando desde lejos, ese que logró como se hacía en otros tiempos. Esos a los que recuerda Thomas De Gendt, un corredor que lucía una sonrisa gigante tras la primera etapa de la Dauphiné. La sonrisa de todo el mundo del ciclismo.
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