«Por fin ataca Nairo Quintana»

Martes 23 de mayo. Día grande en el Giro de Italia. Mortirolo, Stelvio y de propina el Stelvio por su cara de Suiza, la de Umbrail Pass. La carrera sale lanzada en un día sofá, palomitas y épica. En esas, Movistar plantea una táctica perfecta mandando por delante en el Mortirolo a Gorka Izagirre, Andrey Amador y Winner Anacona. Quizás, sus mejores hombres. Quizás, el movimiento perfecto para la remontada de Nairo Quintana en la general. Hasta que para sorpresa de todos Quintana no se mueve en la primera subida al Stelvio. En ese momento los aficionados ciclistas se echan las manos a la cabeza. El ataque soñado llegará mucho más tarde, mientras en miles de hogares, bares, radios, televisiones y redacciones se pronuncia una de las frases de moda del ciclismo actual: “por fin ataca Nairo Quintana”.

Recordaba anoche una charla con Eusebio Unzúe, el team manager de Movistar, justo después de la Vuelta Ciclista a España del año pasado. Nos decía a Pedro Molina y a un servidor en “El Vestuario” de Radio Exterior de España que Nairo le había sorprendido para bien. Lo había visto mejor que nunca, atacando y disfrutando del ciclismo tras su decepción – si puede llamar decepción a un pódium – en el Tour. Unzúe lo achacaba a que su pupilo se había quitado una enorme mochila de presión, una carga que quizás se haya vuelto a colgar el colombiano en este Giro al que llegaba con la vitola de favorito. Llámalo mochila de presión, alergia o enfermedad…..pero en realidad a Nairo le han faltado las fuerzas y le han sobrado excusas.

El palmarés de Nairo Quintana a sus 27 años es brutal. De nueve participaciones en grandes vueltas acumula seis pódiums. Tiene un Giro (2014) y una Vuelta (2016), ha sido segundo en el Tour (2013 y 2015) y en el Giro (2017), y tercero en la Grande Boucle de 2016. Un palmarés brutal para un escalador que por sus condiciones siempre va a ceder mucho tiempo en las cronos. Quintana despuntó en el Tour de 2013 con un carácter ofensivo, mirándole a la cara al Sky de Chris Froome y demostrando que por lo menos lo podía hacer sufrir. Otro buen ataque en el Giro de 2014 le dio su primera grande y demostró retazos de ese carácter ofensivo con su emboscada con Contador en la Vuelta del año pasado. Su última gran gesta que le valió su segunda grande.

En la tercera semana del Giro de Italia hemos visto su cara B. El Nairo más conservador, el que no ataca, el que acaba con tendinitis en el codo de pedir relevos al resto de favoritos y el que no es capaz de hacer daños a sus rivales. ¿Cuál es el problema? Quizás, las excusas. Si las fuerzas fallan lo mejor es reconocerlo, los rivales van más fuertes y tú has decidido no arriesgar. Quintana ha optado en múltiples ocasiones por esa táctica, la de no arriesgar tus ganancias si no funcionan las piernas, la de ahorrar energías y evitar ataques que sabes que no van a llegar a ningún sitio. Quizás es por eso por lo que Nairo no emociona – más allá de los aficionados colombianos que lo veneran – y por eso se han generado muchísimas muestras de odio contra él durante este Giro de Italia.

No soy fan de Nairo Quintana, pero no entiendo que le caigan tantos palos – ya sea en Twitter, en la calle o en el mundillo ciclista – por no atacar cuando no tiene fuerzas. Cada uno lo gestiona a su manera y la suya es guardar la ropa antes que arriesgar. Le pasó en el Tour del año pasado (ni un ataque para buscar la segunda plaza en el pódium) y le ha vuelto a pasar en momentos claves de este Giro. Sin embargo, el colombiano merece todo el respeto por su palmarés y trayectoria, y porque si tiene fuerzas suele atacar. De momento toca esperar al Tour…el lugar donde quizás, si se quita esa mochila de presión, Quintana nos vuelva a dar una sorpresa agradable.